Solemnes vísperas en la Abadía del Sacromonte, para acoger al nuevo abad


El pasado 15 de mayo tuvo lugar la celebración de solemnes vísperas en la Abadía del Sacromonte, con motivo del nombramiento del capitular Don Antonio Fernández Siles, como abad del templo que custodia los restos del patrón de Granada, San Cecilio.

Acudieron infinidad de fieles que no quisieron perderse el nombramiento del nuevo abad, ni tampoco las primeras palabras que pronunció con su nuevo cargo eclesiástico:

A María no tocó el pecado primero

Quisiera unirme a todas las generaciones de creyentes y proclamar con vosotros, la grandeza del Señor que en la Virgen María ha hecho obras grandes.

He querido comenzar con estas palabras tan sacromontanas que durante más de cuatro siglos ha defendido el Cabildo de esta Abadía, se han enseñado en sus aulas y han marcado la espiritualidad y piedad de esta casa, siendo celebradas y anunciadas también por su parroquianos y demás fieles laicos.

El misterio de la Virgen sin mancha, preservada del primer pecado en previsión de los méritos de su Hijo, nos acerca al infinito amor de Dios para toda la humanidad. En verdad, en María se muestra el poder de la gracia, en Ella nos miramos, pues es modelo de la humanidad reconciliada en el amor e imagen de la Iglesia. Ella es expresión de la desbordante divina misericordia que llega a sus fieles de generación en generación.

“Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia”, nos dice el Apóstol san Pablo, y la Iglesia se sabe enviada a anunciar esta buena noticia. La encarnación del Hijo de Dios es plenitud de los tiempos y cumplimiento de la promesa, buena nueva para los pobres, los enfermos, pecadores…

El misterio de la Pascua nos hace releer la historia y nuestra propia historia. Hay salvación y esperanza en Cristo Jesús. En su Cruz y Resurrección ha vencido a todo mal y, por tanto, a la muerte, al pecado, a la angustia, a la soledad….

“Feliz la culpa que mereció tal Redentor”, cantamos en el Pregón de la primera de las noches, la madre de todas las vigilias y oraciones.

No podemos acallar este misterio, no podemos contener tanto Amor; urge la conversión, urge la misión, urge el servicio y la entrega a la llamada del Señor.

Qué podemos hacer desde esta Abadía que se cimenta sobre el testimonio martirial de aquellos, que en la primera evangelización apostólica, trajeron la fe a nuestra tierra; Cecilio y sus compañeros, para seguir anunciando el Evangelio a nuestros hermanos y hermanas de hoy.

Cómo podremos responder a tantos retos a los que se enfrenta la Iglesia de nuestro tiempo.

Cómo cultivar el antiquísimo rito de la liturgia Hispano Mozárabe y a su vez contribuir a la “comprensión del dinamismo que describe la liturgia (…) donde, a través del memorial, se hace presente el misterio Pascual” como nos dice el Papa Francisco en su Carta Desiderio desideravi.

Cómo recuperar este monte santo como lugar de peregrinación, cómo invitar a realizar un itinerario espiritual y a ascender por las siete cuestas hasta contemplar la Columna del Triunfo de la Inmaculada y a reencontrarse, en sus Santas Cuevas, con la Fe de los Apóstoles.

Cómo promover la justicia, la paz, y la escucha al clamor de tantos excluidos y necesitados.

Cómo hacer, también, de esta casa lugar de oración, de fraternidad y convivencia sacerdotal. Precisamente, san Antonio maría Clartet señalaba este ambiente de la Abadía tras su visita al Sacro Monte en el siglo XIX.

Queridos hermanos capitulares, en este tiempo nuevo se trata de recuperar mucho más que unas determinadas funciones y diversas actividades. Pienso que hemos de recobrar, ante todo, autoestima e identidad y, a su vez, fortalecer auténticos vínculos y compromisos desde la secularidad propia de la naturaleza de esta peculiar Abadía. Es también un camino a realizar no exento de dificultad que requiere tiempo, afrontándolo unidos, consensuando criterios, con discernimiento y en escucha a los signos de los tiempos. Es tarea colegial y eclesial.

Otra inquietud es cómo contribuir a la cultura, al estudio, al diálogo interreligioso o a la ayuda de la Iglesia perseguida. ¿No podrían servirnos aquellos plomos ilipulitanos; los libros plúmbeos descubiertos en este monte a finales del siglo XVI, como motivación de encuentro y colaboración con personas con otros “credos”?.

La recuperación de la Cátedra Andrés Manjón es proyecto ilusionante y signo de identidad de esta Abadía, otro reto más para confiar a la providencia de Dios. Y lo hacemos en un año muy especial, celebramos el centenario de la muerte del padre Manjón, su obra es expresión de un humanismo cristiano profundamente social. Precisamente, en breve, don Juan Sánchez Ocaña presentará en esta su casa un libro sobre don Andrés, canónigo.

Otra efeméride que nos ocupa este año: el cuarto centenario de la muerte de don Pedro de Castro, nuestro fundador. Es de justicia dar a conocer su obra y manifestar nuestra gratitud por un legado tan especial, no sólo para nuestra Iglesia, sino también para la ciudad de Granada.

Esto último nos lleva a replantearnos otro reto: la importancia de la Abadía para la ciudad. No se entiende la historia moderna de Granada sin su Abadía. El paso del tiempo y las diferentes crisis han afectado gravemente a nuestra institución. Es triste que muchos granadinos desconozcan este valiosísimo legado espiritual, cultural y patrimonial. Ha sido muy grande el esfuerzo de la Diócesis de Granada -para ello creó la Fundación Abadía del Sacromonte- en la rehabilitación de gran parte del inmueble así como para la restauración de valiosas obras de arte, importante impulso que no hubiera sido posible realizar sin la colaboración de instituciones privadas y de las diferentes administraciones púbicas. A todas ellas expreso nuestra mayor gratitud. Sin embardo, nos queda la tarea de acercar más este complejo monumental a los habitantes y visitantes de nuestra tierra y que perciban una visión más completa y profunda del Sacro Monte y, así, todos podamos sentirnos orgullosos de una realidad eclesiástica tan diversa como genuina. Por esto, me parece fundamental que, en una sociedad altamente tecnológica, extrememos el cuidado de los contenidos que aportamos en los medios de comunicación y en las redes sociales: Hagámoslo con rigor, profesionalidad, conocimiento y máximo respeto.

He querido enumerar algunas cuestiones a modo de preguntas abiertas, demasiadas tal vez. Espero que el cabildo podamos afrontarlas en comunión con nuestro pastor, nuestro obispo José María y en colaboración con la Parroquia de La Asunción de Nuestra Señora y con otros sacerdotes y fieles laicos: nuestra Hermandad del Santísimo Cristo del Consuelo y María Santísima del Sacromonte, el Coro Mozárabe, cuantos trabajan en esta casa…, así como con otras instituciones que de alguna manera han nacido de estos muros, como los Antiguos Alumnos, el Ave María o las Hijas de Cristo Rey, caminando juntos, en la escucha del Espíritu. Nuestra vocación es, pues, ser institución viva, no arcaico reducto que sólo mira al pasado.

Para que podamos responder a estos interrogantes con fidelidad al Evangelio, pido la intercesión de los patronos de Granada y su Archidiócesis; Nuestra Señora la Virgen Angustias y de san Cecilio, así como la de sus compañeros mártires. Pido también la ayuda de los obispos mártires, los beatos Manuel Medina Olmos y Diego Ventaja, y de Segundo Arce Manjón igualmente beato mártir y cuyas reliquias veneramos en este altar de san José. Imploro la ayuda de los venerables Andrés Manjón y José Gras, así como la de todos los santos y santas de Dios. Os ruego, muy especialmente, vuestra ayuda y oración, amigos y amigas, que en la riqueza de la pluralidad de vocaciones y carismas compartimos un mismo camino que hemos de recorrer en sinodalidad.

 

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